Durante la última quincena del año 2010 los ciudadanos que tienen depositados sus fondos o debían cobrar sus haberes en las entidades bancarias y en especial el Banco de la Nación Argentina, sufrieron una especie de “corralito” que hizo recordar épocas lamentables de nuestro país.
La escasez de efectivo (sobre todo los billetes de cien) volvió a sentirse fuerte en la gran parte de la Argentina.
Además, por falta de efectivo, hubo serios problemas con el pago a jubilados en sucursales del Banco Nación. Los abuelos debieron esperar horas o visitar varias veces en la semana las entidades financieras para poder hacerse de algún peso.
Mientras eso ocurría, desde el Banco Central volvieron a negaban el problema argumentando: “El movimiento de efectivo es normal, no hay un faltante generalizado o sistémico”.
El problema no es nuevo y se agrava, es constante la escasez de billetes que están sufriendo los bancos públicos ante una creciente demanda de dinero. Esto les impide abastecer regularmente sus cajas y cajeros.
Días atrás, el diario económico “El Cronista” confirmó que las propias asociaciones de bancos presentaron a funcionarios del Banco Central una propuesta en la cual se sugería la impresión de dinero de mayor denominación (de $ 200 ó $ 500) como una medida efectiva para resolver la crisis de los billetes, pero fue rechazada de plano.
Mientras unos acusan y otros niegan, la gente sigue teniendo una mirada lamentable del sistema financiero que varias veces se quedó con sus ahorros.