sábado, 11 de octubre de 2008

El grito de la tierra

Por: Marcelo Raúl Hemadi
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En breve análisis de la situación de la agricultura en el mundo muestra la existente creciente presiones de la sociedades por alcanzar un ambiente más saludable, lo cual tiene consecuencias vía directas sobre el intercambio comercial.
Una adecuada gestión del ambiente y particularmente del uso de los suelos será una exigencia del comercio internacional. Solamente mil 500 millones de hectáreas del planeta 10% del total no presentan limitaciones para la agricultura y anualmente se pierden uno seis millones de hectáreas de tierras productivas por procesos de erosión y desertificación.
A este ritmo hacia fines del presente siglo estos procesos privarán al mundo de un tercio de sus tierras cultivables. Esta situación resuelta paradójica si se considera que existen mil 200 millones de personas con hambre y mal nutridas; 40.000 personas mueren diariamente por enfermedades vinculadas con la desnutrición.
Si bien existe incertidumbre sobre la capacidad productiva de la tierras para abastecer una creciente demanda de alimentos tanto en cantidad como calidad, esta situación planteada debe considerarse como una oportunidad para la Argentina, en tanto y en cuanto aplique la política consistente de conservación de los recursos naturales, promover la legislación conservacionista, enseñar educación ambiental, todos estos pilares fundamentales de un agricultura moderna, innovadora, de productividad creciente, certificada y con agricultores y fundamentalmente respetuosa del ambiente.
Es decir basada en la salud del suelo, en el valor ético del cuidado del suelo, como recurso generador de alimentos, riqueza y bienestar para una nación.
¿Pampa húmeda?
A mediados de los 70º, los agricultores mejor considerados eran los que más refinaban el suelo, lo que fue derivando en una pérdida de materia orgánica.
La agricultura de la Pampa Húmeda tropezaba con serias dificultades técnicas. Los campos, cada vez más enmalezados y con problemas crecientes de erosión debido a la práctica de una labor intensiva, debían rotarse con ganadería para reponer fertilidad. No se aplicaban fertilizantes.
Pero afines de las 80 se inicia la era de la siembra directa. Esta nueva técnica que con el transcurrir de los años generó un cambio cultural en el sector, se propuso el objetivo de conservar la tierra, de generación en generación manteniendo intactos sus recursos y productividad.
La mejora que ha logrado en muchos campos por buenos manejos agronómicos en siembra directa hace posible intensificar la rotación.
Esto es más cultivos por unidad tiempo, rompiendo el mito del agua como limitante.
Desde la perspectiva ambiental, la biodiversidad de la región pampeana acusa golpes severos, con numerosas extinciones regionales de especies de aves típicas, roedores e insectos.
Y la vida silvestre continúa en estado de amenaza con un área de superficie protegida mínima y sin ser reconocida por algunos productores como un componente de sus agros ecosistemas.
Como decía el Doctor Hugo Bennett, pionero del conservación del suelo en remotas regiones del mundo. "Hay que conocer los tiempos biológicos, adaptarlos a cada sistema; porque la salud del suelo es la base para una nueva agricultura, y queda claro que en eso deben estar los productores argentinos.
Por último cabe recordar que con fecha 7 de septiembre de 2.000, es promulgada y publicada la ley 25-316/00, donde se declara a los municipios de Monte Buey e Inriville, "Capital Nacional de la Siembra Directa".

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