Luego de un mes de la votación en el Senado que impidió la aplicación de las retenciones móviles, los dirigentes del agro están movilizados y pensando en la aplicación de distintas medidas sino ocurren cambios en el corto plazo.
Si bien la iniciativa impulsada por el Ejecutivo no prosperó, aun no se ha creado un ámbito donde se hayan abordado cuestiones estratégicas que aporten previsibilidad a mediano y largo plazo, y un replanteo sobre el rol de la cadena agroalimentaria en el desarrollo global de la economía.
Esta situación de incertidumbre se traduce en nuestra región donde dirigentes rurales mantienen reuniones permanentes y para el próximo miércoles 27 de agosto tiene previsto encontrarse en la localidad de Chazón.
Aun quedan muchos temas pendientes que no fueron puesto sobre la mesa, el sistema de retenciones a las exportaciones sigue estando en el ojo de la tormenta. La reacción del Gobierno, que parece «ofendido» por el fracaso, no contribuyó a encontrar alternativas alentadoras para la inversión.
También genera gran irritación la crisis de la lechería, agravada en estos días por el cierre a las exportaciones de quesos.
Además constantemente prosigue la presión sobre el campo fundamentada en dos direcciones, una dada por la carga impositiva tributaria, de manera que financie un sistema de subsidios que parece estar haciendo agua y los controles de precios, para evitar el encarecimiento de los alimentos.
Según cálculos privados eran u$s1.500 millones los que estuvieron en juego estos cuatro meses. Esto habría sido lo que le quedaba al Estado producto del aumento de las retenciones, por un lado, y las mayores compensaciones que debía pagar (incluyendo los gastos por fletes), por el otro.
El Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) había advertido que «detrás de las retenciones hay serios problemas de caja» en el Estado nacional y que «la puja» por los derechos de exportación son «un síntoma de debilidad fiscal».
Una lógica indica que tras cerca de 130 días de conflicto activo y directo entre el campo y el gobierno, que desembocaron en un freno de la economía, la actividad debería volver a reiniciarse a niveles tales como el regreso al statu quo previo al 11 de marzo.
Pero los propios agentes económicos, especialmente de la provincia de Córdoba, están pensando un escenario donde reinará la moderación y la cautela, hasta que no existan señales definitivas y más contundentes hacia futuro.
Todo indica que que la industria cordobesa vinculada a la maquinaria agrícola disminuyó sus ventas un 60 por ciento en estos últimos meses, las ventas de de automotores enfrentan una caída del 20 por ciento de sus ventas y la compra-venta de inmuebles padeció los avatares de la falta de liquidez del sector agropecuario. Esto está indicando que la recuperación de la actividad productiva, enfrenta ante el deterioro del nivel de los negocios, serias dificualtades para recuperar sus posiciones, actividad y niveles, especialmente en los pueblos y localidades del interior.
Ante este panorama la incertidumbre créese día a día y el interior comienza a mostrar signos de preocupación e impaciencia.
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